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Sale humo negro en el Vaticano: aún no hay sucesor del papa Francisco

Concluye así el primer día de la elección del sucesor de San Pedro. Continuará el cónclave mañana

Ciudad del Vaticano. En el primer día del cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, los 133 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina no lograron llegar a un consenso, por lo que esta tarde se elevó humo negro desde la chimenea del recinto, señal de que aún no hay un nuevo pontífice.

Los cardenales, conocidos también como los “príncipes de la Iglesia”, se encuentran encerrados desde esta mañana en la Capilla Sixtina tras prestar juramento de confidencialidad y de fidelidad al eventual elegido. Ataviados con el hábito coral rojo, realizaron primero un juramento colectivo y luego lo repitieron individualmente, colocando las manos sobre el Evangelio ante el altar.

El cardenal italiano Pietro Parolin, considerado uno de los favoritos y el elector con mayor precedencia, encabezó el acto con la invocación del Espíritu Santo en latín: “Veni, Creator Spiritus”.

Durante este primer día del cónclave —convocado tras la muerte del papa Francisco a los 88 años— solo se tenía prevista una votación por la tarde. A partir del jueves 8 de mayo, el calendario prevé hasta cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde, con una fumata correspondiente después de cada sesión, dependiendo del resultado.

¿Qué significa el humo negro?

El humo que se observa durante el cónclave proviene de la quema de las papeletas con los votos de los cardenales. Si no se alcanza la mayoría necesaria, se añade una mezcla química —compuesta por perclorato de potasio, antraceno y azufre— que genera el característico humo negro, símbolo de que no hay una decisión aún.

Antiguamente, este efecto se lograba con la quema de paja húmeda, pero actualmente se utiliza una técnica más precisa para garantizar la visibilidad del resultado.

En caso de que después de tres días de votaciones no se logre elegir un nuevo papa, los cardenales tomarán una jornada completa dedicada exclusivamente a la oración, con el objetivo de facilitar el discernimiento y alcanzar finalmente un consenso.